Aun conservo las ganas de sofocarme en un aliento, en un retiro de pesares, es cuestión del corazón el responderme acerca del amar. Y si solo supieras cuantas ganas de enamorarme tengo, las ganas de hacer llorar al alma, aun guardo los recuerdos de como se debe suspirar, aun extraño las noches melancólicas que me hacían reanimar la pasión dejada por tu piel, puede que solo sean caprichos o reproches del tiempo, pero lo que deseo es dejar de mirar la calle vacía que deja el aroma minúsculo que embriaga las venas: a veces se torna borroso, a veces la mirada no alcanza atravesar con sus dos firmes delirios. Es cosa de filosofía que se aferran a razonamientos sin prejuicios capaces de doblegar al sentido común, no deseo conocer el nombre ni recordarlo, pues la herida que causa la llama que se crea es sello en la memoria, tatuaje en el corazón, alimento de leones embravecidos de lujuria bien aventurada. Todo depende de los ojos con los que se mire y desde donde se mire, sin juzgar sin cue